Las Sierras de la Ventana tienen una faceta desconocida por muchos, difícil de apreciar sino se tiene conocimiento al respecto, y de un invaluable valor medioambiental que trasciende las fronteras naturales del relieve.

Con la llegada de la primavera, comienzan a dar testimonio de su presencia, con una explosión de colores y formas en su floración, un espectáculo de belleza y aromas, solo para los ojos entrenados en apreciar que en ese manto de pajonales, en realidad viven cientos de especies de plantas nativas.

Este sistema serrano de Ventania, que tiene una extensión de 180 kilómetros, rodeado de la pampa húmeda, se presenta como una verdadera isla de biodiversidad, en donde a lo largo de miles de años, evolucionaron en aislamiento, múltiples especies, tanto animales como vegetales, en ausencia total de árboles.

Es así entonces que, condicionadas por roquedales, abruptas quebradas donde el sol en parte nunca llega a iluminar, altitudes que superan los mil metros, y otras tantas circunstancias particulares, encontramos un hábitat de especies de plantas de singular belleza y enorme valor medicinal, cultural y natural.

En este pastizal serrano de altura, existen 464 especies de plantas nativas, de las cuales 42 son endémicas, y en entre ellas solo 17 se encuentran en nuestras sierras (fuente: Dra. Andrea Long).

Al ser originarias de nuestro pastizal, resisten el régimen de sequias y heladas, atraen aves, mariposas y otros insectos nativos, y ayudan a la conservación de los ambientes nativos.

Otro aspecto relevante en el cuidado de las especies nativas, y en favor de las comunidades humanas, es el papel que desempeñan en la conservación en calidad y cantidad del agua. La gran densidad de material vegetal no deja ver el suelo. Esto evita que la lluvia se lleve pequeñas porciones de tierra con cada gota que golpea. Así, el agua penetra en un suelo permeable, lleno de raíces y restos de materia orgánica. En la superficie, las hojas caídas facilitan esta penetración al evitar que corra el agua y drene rápidamente, aún en lugares con marcada pendiente. El viento, a veces muy fuerte, tampoco puede arrastrar este suelo poco arenoso y fuertemente entramado. La tierra, sustrato para la vida, está protegida y a su vez, nos asegura un constante pero gradual reservorio de agua, como esponja natural, en tiempos de sequía.

Mirar nuestras especies nativas, es también mirar un poco hacia el pasado de nuestra propia especie. Hay registros de que nuestras sierras estuvieron habitadas por humanos hasta por lo menos 6 mil años atrás. Estos pueblos originarios cubrían con el pastizal, gran parte de sus necesidades, como el alimento, la medicina y el refugio.

Las plantas de recolección jugaban un papel predominante en su economía, obtenían algunas comestibles o que utilizaban en la alimentación, como condimentos y para la elaboración de bebidas. Numerosas especies eran usadas para lavar, para clarificar el agua y para teñir.

Actualmente tenemos especies nativas aromáticas y/o medicinales como la marcela hembra, la pasionaria, la menta blanca (Lepichinia floribunda), la carqueja (ingrediente del fernet), entre otras.

Pero más allá de todo lo antes mencionado, esta cualidad única de nuestras sierras, se ve opacada por el despliegue visual en el paisaje, de un campo de retamas en flor (especie exótica invasiva) como el que existe en el Abra de la Ventana, o esa pasión que nos generan los bosques de pinos, pero que tampoco son autóctonos de nuestras serranías.

abra de la ventana desde el aire

Hubo un tiempo, en que el concepto de «parque», hacía referencia a un lugar lindo y con sombra, ornamentado con plantas no-nativas, donde poder pasear, disfrutar del paisaje y hasta hacerse un asadito. Así entonces, es como hace muchos años se comenzó a forestar parte de las sierras, sin medir las consecuencias que podría acarrear su introducción entre las especies nativas.

Esta acción se volvió entonces una verdadera amenaza, y en la actualidad representan una de las vías de invasión más importantes para esa comunidad de plantas y animales únicos en el mundo.

Es por ello que decidimos hacer esta nota en los especiales de Sierrasdelaventana.com.ar para poner en relevancia y conocimiento del público general y la comunidad residente, por un lado la belleza y valor de estas pequeñas plantitas con sus flores, y por el otro concienciar sobre la amenaza que sufren con el paso de los años.

Nos contactamos, con la bióloga María Paula Monzón, donde nos cuenta que en los paseos que daba en el Jardín Botánico Pillahuinco, el cambio de los ojos de la gente era lo más satisfactorio en ella, cuando les explicaba qué la retama era una especie exótica invasora y automáticamente abrían los ojos y decían «entonces todas esas plantas y animales ya no pueden estar ahí». Se iba feliz a su casa, con la idea de que ya no van a ver un amarillo intenso y perfumado, sino cientos de especies amenazadas.

En su preocupación y análisis de la situación, María nos hace referencia a que el pastizal pampeano es uno de los ambientes más degradados del país, a causa de la agricultura, ganadería y asentamientos urbanos.

«Es decir, en este lugar no evolucionaron árboles. Sus plantas nativas (propias del lugar) no conocen la siembra, y la presencia de la misma les resulta perjudicial. Entonces, al introducir especies arbóreas, se está modificando la dinámica del lugar, afectando plantas y animales. Si se ven afectadas las plantas, toda la biodiversidad que interactúa con las mismas se verá perjudicada también».

«Suelo leer con frecuencia frases en las redes como – El árbol es vida – , – hay que plantar árboles -, – tiren semillas en las banquinas -. Hay que ser conscientes de que cada acción tiene consecuencias. No es cuestión de plantar árboles en cantidad, en cualquier lugar. Hay criterios a tener en cuenta: de qué especie se trata, dónde será plantada, o qué impacto tendrá».

«Hay que investigar y asesorarse, generar un criterio y en base a él tomar decisiones. Aliento totalmente las acciones que cuiden el ambiente, pero hay veces que tras una buena intención se generan daños inmensos. El pastizal pampeano no necesita un bosque, necesita que se lo valore, que se vea la belleza del yuyo. Ese mismo yuyo que viene evolucionando tras miles de años, que soportó épocas secas, y húmedas, que tiene su derecho de piso».

bióloga María Paula Monzón

Donde ver flores nativas

Para quienes les interesó conocer en persona estas plantitas con sus flores, el Parque Provincial Ernesto Tornquist brinda, además del Jardín Botánico Pillahuinco, una excursión que parte desde la base del Cerro Bahía Blanca, y recorre un camino de ripio de 8 kilómetros, hasta la Reserva Natural de Pastizal Serrano, en donde además de visitar algunas cuevas y arte rupestre, podrán encontrarse con algunas de estas especies.

GALERIA DE FOTOS DE FLORES NATIVAS (ABAJO)

Más allá de esta visita guiada del Parque Tornquist, existen otras tantas excursiones que recorren senderos en estancias privadas, en donde también es posible encontrarse con ellas. Puedes conocer todos esos lugares turísticos recorriendo sierrasdelaventana.com.ar en su sección “sitios naturales” y “sitios arqueológicos”.

Para finalizar, les recomendamos como siempre que organicen su viaje previamente desde nuestra web, no solo para que puedan armar un itinerario de lugares a visitar de su interés en el tiempo que dispongan, sino además para reservar con anticipación el alojamiento de su preferencia, al mejor precio que solo los dueños o administradores pueden ofrecer, evitando abonar las comisiones adicionales de los populares sitios de reservas online.

Sergio Marto

Sergio Marto
Director del Portal de Turismo y Cultura
info@sierrasdelaventana.com.ar
www.sierrasdelaventana.com.ar

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Galería de Flores Nativas

Para finalizar te compartimos a continuación, una completa galería fotográfica de las flores nativas: