Declarada Monumento Natural Provincial, la Iguana de Cobre (Pristidactylus casuhatiensis) es una lagartija endémica de las Sierras de la Ventana, y desde 2002 calificada como en “peligro de extinción”. Estas sierras revisten especial interés por su condición de isla biogeográfica, con una elevada concentración de endemismos.
El Sayuám (iguana de cobre o lagarto del Casuhatí), era un animal muy importante en la cosmovisión de los pueblos originarios de las pampas (Querandí). Se narra sobre él, en la leyenda Querandí del gran diluvio, cuando Soychú el espíritu de la tierra, lloro por más de un mes culpa de la maldad de Gualichú, destruyó toda su creación azotando a la humanidad. Cinco hombres junto a sus tribus sobrevivieron y lograron llegar al Casuhatí, quienes fueron guiados por un pequeño lagarto, al que consideraron sagrado y llamaron Sayuám. Solo por este guía espiritual, se animaron a subir a las cumbres más altas y a refugiarse en sus cuevas. Donde hay un Sayuám, las aguas malas nunca llegarán.
Esta especie fue descripta inicialmente por José María Gallardo en el año 1968 sobre la base de algunos ejemplares colectados en Sierra de la Ventana, Provincia de Buenos Aires. Luego se comprobó que la distribución de la especie se hallaba restringida a estas serranías, con lo cual se supo que se trataba de una especie endémica o microendémica. Es decir, que Iguana de cobre solo se la puede hallar en esta área y en ninguna otra parte del mundo. El nombre que Gallardo le dio a la especie (P. Casuhatiensis) deriva de “Casuhatí”, la palabra pampa con la que los indígenas denominaban a la Sierra de la Ventana.
Se conoce muy poco sobre su distribución y aspectos etoecológicos. Habita en altitudes superiores a los 620 metros de altura sobre el nivel del mar, marcando una clara restricción de esta especie a ambientes de cumbres y laderas altas. Es frecuente verla en el Cerro Ventana donde existe allí una sola población y otra en el resto del Parque Tornquist, mientras que se sabe que en la Estancia Funke hay 5 poblaciones, y en la Reserva Natural Sierras Grandes todavía no ha sido detectada aún pero existe la posibilidad por las características de su relieve.
No está emparentada con las iguanas, las que habitan otras partes del mundo, pero sin embargo le han puesto este nombre probablemente debido al fuerte color verde como óxido de cobre que presenta el macho. La hembra es amarronada, de color discreto.
Es un lagarto de tamaño mediano a pequeño, pudiendo alcanzar una longitud de hasta 11cms. el cuerpo y 15 cms. la cola aproximadamente. Posee una cabeza alargada, con forma triangular y extremidades robustas que lee permiten desplazarse y saltar por las rocas. La coloración de los machos, como nombramos anteriormente, es verde con un reticulado de manchas negruzcas más evidente sobre los laterales del cuerpo. La cola y las patas pueden tener tonalidades amarillentas y anaranjadas. En el caso de las hembras, la coloración es menos llamativa, tomando tonalidades pardas con bandas oscuras transversales.
Se alimenta principalmente de cascarudos, y en un segundo escalón de saltamontes y un caracol también endémico, llamado Plagiodontes Patagonicus. También come insectos y arañas. Puede ser capturado por el zorro pampeano (Lycalopex gymnocercus), culebras, y aves rapaces. No tolera ni el calor ni el frío extremo, regula su temperatura corporal con las condiciones del ambiente.
En su etapa de reproducción, tienen una cualidad singular que aunque no esta completamente comprobada, vale su consideración. Se van lejos de donde viven para poner sus huevos y vuelven a su zona de nuevo. Las crías crecen solas desde que rompen ese cascarón.
La restricción en su distribución, su comportamiento conspicuo y su aparente baja abundancia son síntomas de alarma que refuerzan su carácter de especie amenazada.
Más información en el Muro de la Iguana de Cobre a cargo de Aníbal Areco (Guardaparque Provincial).